Pueden los bosques cantar con oscuras gargantas
Los secretos del viento y los misterios de Roma,
Eclipsando la ininteligible miseria de los hombres
Y la impenetrable marea de las confusas masas.
Pueden romper el silencio de las dudosas hadas
Y desplegar en las sombras su lóbrego lamento,
La danza de las hojas y sus paladinas aguas.
Pueden mostrar sus enmarañadas raíces
Con toda la antojadiza y caótica saña
De la más salvaje y escabrosa floresta.
Pueden en fin congelar nuestros huesos
O cubrirnos con un manto de frondosa espesura,
Más sólo nosotros deliramos, febriles y vanos,
En sus grotescos cuentos y extrafalarios hados.