Septiembre

Al universo no pesan las alas, la noche carga los olores del alma y canta a la boca que besa. Una flor se abre y el aire es alma de tu voz.
Hay suspiros de alondra y miradas de búho que en la nieve se funden y nadie los canta. Así, beso tras beso, bebo yo el anís de tus labios.
Ahora veo flores níveas de jara enhebrando las nubes; se estremece una estrella.
Dicen que a la luna llena le dabas besos de plata y tu me los das de alpaca pero qué besos me dabas!
Un turbio laberinto de estrellas afiladas enreda mi ilusión casi marchita.
Tras los verdes cipreses, el clavel de tu boca se arrojó sobre mi con su brisa marina de bandera pirata.
La aurora nos unió sobre la arena, las bocas puestas sobre el mar helado de la espuma sin fin que se derrama.
Todos los días mendigar en tus labios nubes de nieve.
Febril memoria De cuerpos que habitan El silencio mudo.
Rumorea Mi sombra El silencio derramado Por tus venas.

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