Ni los pésimos, ni los excelentes, ni los mejoradores sobreviven; sobreviven los vitalmente adaptables, y no por mucho tiempo. Eso, si tienen suerte y no tropiezan con un excelente, un pésimo o un mejorador. Las sociedades están compuestas mayoritariamente de un tipo dominante de individuos vitalmente adaptables a su entorno y has de ser uno de ellos o hacerte pasar por tal si no lo eres. Vivir es continuar adaptándose o morir, ser triturado y reusado por el todo. Este mismo darwinismo social es el que acaba destruyendo a las sociedades humanas en las que domina un concepto ideal de mejora, un ideal absoluto y no dependiente del entorno, que es vitalmente cambiante. El ideal, los ideales, son, por tanto, las heridas y cicatrices que acaban matando a sociedades e individuos. Pero tal vez estoy equivocado, y esta idea, ya vieja, es también un ideal. Las ideas que parecen inmutables quizás lo son porque están talladas en millones de mentes.