En el perímetro circundante se me ha instalado un aquelarre. No un aquelarre cualquiera. Es evidente. No puedo traspasar el círculo y algo me impele a girar sobre mis piernas como un derviche. Su satánico ritual me está convirtiendo en un consumado giróvago. Ya empiezo a entrar en trance místico. Y eso no es lo peor. Dejando aparte vómitos y náuseas, que ya llevan un tiempo rondando por todos los rincones a los que llega mi escaso aliento, lo más grave, hasta ahora, es el reguero de muertos que salen de mi rijoso bálano. Muertos irreconocibles que van quedando esparcidos formando elipses, círculos, parabólicas curvas, sinuosos e intrincados alfabetos, todos ellos parecidos a egos demediados, a los que yo llamo los kublaikhanes de Ballesta y Montera.
(Kublai Khan en Montera)
¡Ah, las princesas de las esquinas! Si sigues el rastro de su perfume tus pasos te llevarán a la mismísima tumba de Baudelaire y sus inmarchitables flores.
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Directos al abismo de la depravación y la lujuria… Amigo.
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Y que se joda todo lo burgués !!!
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Me ha encantado, significativamente, la forma en que esta «Pandemonia» ha sabido utilizar las palabras. Sin ser palabras rebuscadas y desconociendo su significado.
Mis saludos.
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