Recuerdo una vez, si me permiten que me ponga nostálgico, que mi mamá me dijo: Carlitos, hijo, ¿verdad que no te importa que te cambiemos de nombre? Es que el tuyo nos gusta más para tu hermanito, que tiene más cara de Carlos que tú. ¿Cómo íbamos a saberlo si naciste primero… “Y yo, ¿cómo me voy a llamar?” -dije lagrimeando-. Norberto, claro, que es un nombre «bien bonito» y que nos ha salido muy baratito. Ven, mírate, ¿ves que cara de Norbertito se te ha quedado?…