Arrullado por el mar -por el garrotillo y en Madrid- dejó este mundo el más byroniano de los románticos españoles, José de Espronceda, un día como hoy de 1842. Los piratas le agradecemos eternamente que escribiera nuestro himno pues, sin cantarlo, sentimos que nos flaquea el coraje:
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Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
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