Llegaba temprano para sus costumbres. La entrada al edificio administrativo donde trabaja estaba enmarcada por tres enhiestas banderas y tres cipreses inclinados. El edificio era un cubo azul y blanco con enormes cristaleras. Entre los compañeros de trabajo tenía fama de ser una persona divertida pero meticulosa, e incluso, a veces, demasiado quisquillosa. Saludó al guardia de seguridad y se acercó al ascensor… El San Pedro que guardaba la entrada al cielo de metacrilato interpuso su porra entre él y el ascensor. «Alto, usted no tiene autorizada la entrada, debe expiar sus pecados primero» -le dijo. Horrorizado, despertó.
El que este libre de pecados, que arroje el primero.
Me gustaMe gusta
El que este libre de pecados, que arroje el primero.
Me gustaMe gusta
…o que vomite
Me gustaMe gusta